
Y me tocaste, cómo si estuvieras acariciando un pétalo de flor; con cautela… y disfrutaste el roce de tus dedos en mi piel tersa.
Y me besaste, como si mis labios te pertenecieran; sin ganas de soltarlos, apresurado y apasionado.
Y rompiste mi barrera, entrando hasta el fondo, estremeciéndote de placer; queriendo más de lo que un día te pude ofrecer.
Y se acabó todo, me dejaste llorando, con mi corazón supurando melancolía y mi cuerpo roto; a la espera que regreses algún día.